15 abr 2016

Diario visual || Día 6 y 7



Día 6: Recuerdo que era lunes y que tenía muchas ganas de la publicación de Albanie en su blog El Nido sobre el curso de creatividad, que si no sabéis de lo que hablo y tenéis curiosidad, podéis echarle un vistazo al índice de contenidos del curso aquí.

No recuerdo nada más de ese día, han pasado justo dos meses, así que mi memoria se limita a lo superficial.



Día 7: Era martes y acababa de salir de natación, justo en esta parada de bus no hay parada (qué ironía) por lo que te tienes que quedar de pie o como hago yo siempre, me siento en el suelo a riesgo de que me echen dinero (bienvenido sea). Recuerdo estar sentada mirando el móvil y de repente unos zapatos de señor se me pusieron delante, no os asustéis, no eran unos zapatos flotantes ni me pusieron zapatos delante de la cara, esos zapatos iban acompañados de unos pies de señor junto con unas piernas y en definitiva de un cuerpo humano de un hombre. No levanté la cabeza para ver quién era, yo ya pensaba que sería un friki o alguien que quería saber una calle o la hora y no conocía los espacios de intimidad. Yo seguí mirando mi móvil a pesar de que ese hombre estaba a pocos centímetros de mí, si quería algo que lo dijera, pero se mantuvo en silencio. Al final acabé rindiéndome y levanté la cabeza. Era un conocido, aunque desconozco su nombre, que conduce autobuses, cojo tantos que al final te quedas con las caras y los demás con la tuya. ¿Qué? ¿Para casa ya? me dijo. respondí. Lo conocí un día que quería coger el bus, estaba en un cruce y el semáforo estaba en rojo, veía cómo se acercaba el bus y me estaba muriendo de rabia ya mismo, cuando pasó el cruce el conductor me miró y leí en sus labios y en sus gestos "¿Vas a cogerlo?" y yo debí saltar, asentir y exagerar con mi cabeza y mis manos. El autobús paró en la parada aunque no hubiese nadie y se esperó a que mi semáforo se pusiera en verde y cruzara la calle para cogerlo. Le di las gracias al subir. Después ese mismo día pero horas más tarde, volví a coger el bus para volver a mi casa, cogí exactamente el mismo bus, ya que el conductor me dijo "¡Hola de nuevo!" cuando lo miré me quedé unos segundos pensando, "Ah, ¡qué casualidad!" le dije. Y desde entonces, siempre que coincidimos en el autobús nos saludamos y nos contamos un poco la vida. Sé que viaja mucho, que ha visitado Japón, Dubai y la India (sin contar los típicos países) y que hace submarinismo. La cosa es que ese día lo vi en la calle, y se me hacía raro verle sin que estuviera conduciendo. El uniforme lo llevaba. Yo no me levanté a darle dos besos ni hice esas cordialidades porque no me apetecía y en definitiva, no le conocía tanto, no sé ni cómo se llama ni sabe cómo me llamo yo. 

Curiosidad: ayer yendo por la calle vi pasar un bus y era él quien conducía (me ha pasado varias veces ya), cuando pasa esto levanto los brazos y los empiezo a mover para que me vea. En el momento justo que me ve y me reconoce los empieza a mover también aunque los tenga en el volante. Es como despedirse de alguien pero sabiendo que lo acabarás viendo de nuevo, aunque no sabes cuándo.

7 comentarios:

  1. Me gusta mucho el diseño, y lo que has escrito.
    Me da mucha envidia como dibujas.
    (te echaba de menos por aquí)

    ResponderEliminar
  2. A mí me pasó una vez exactamente lo mismo que a ti con un autobusero, pero nunca llegamos a conocernos ni siquiera un poco.

    Me encanta como has dejado el blog. No solo ya por el diseño sino por lo colores que has elegido. Esos colores suaves hacen que la atención se centre en lo importante: las entradas del blog.

    (sonrisa de elefante)

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué curioso lo del conductor de autobús! Yo sentiría curiosidad, pero supongo que hay personas a las que es mejor conocer así, a pinceladas para no romper la magia. Me gusta mucho cómo has descrito que no eran zapatos flotantes. Los dibujos además me parecen muy bonitos, ojalá tuviera yo la constancia para hacer un diario visual.
    (abrazos eléctricos.)

    ResponderEliminar
  4. Te tengo una envidia enorme por la capacidad que tienes de hablar con la gente, de conocer personas y lugares. Me pareces una persona increíble, de verdad lo digo. (y me ha encantado esta entrada, es muy sencilla, no sé, me ha parecido sencilla, de andar por casa, de personas, de vida.)
    Te echaba de menos por aquí, te ha quedado precioso el blog, de verdad que sí.

    un abrazo,
    y fideos picantes.

    ResponderEliminar
  5. Me ha gustado mucho esta entrada. Me has recordado a mí misma. Un abrazo :)

    ResponderEliminar
  6. A veces pasan cosas que me hacen dudar de la humanidad -tal cual, estoy algo dramática- pero luego leo tu día 7 y sonrío; me encantan esos detalles, esas conversaciones y casualidades que hacen que todo parezca un poquito mejor.
    Por cierto, he leído «Cómo se hace una chica» y «Cómo ser mujer». Te recomiendo ambos, pero son muy diferentes. Para mi <> supuso un cambio (lo leí hace un par de años) en mi manera de pensar y ver las cosas, fue casi una revelación en algunos aspectos. Siempre lo recomiendo pero nadie me hace caso por el título (el machismo se presenta en tantas y tantas situaciones...). Respecto a «Cómo se hace una chica» también es recomendable, pero menos que el anterior, quiero decir, si lo lees disfrutas porque Caitlin Moran tiene una manera de narrar diferente, divertida y cercana, pero si decides no leerlo tampoco te pierdes nada. Es una novela divertida que lleva a reflexión en algunos momentos, pero para mí ni punto de comparación con «Cómo ser mujer».
    Igual no te resuelvo mucho, podría pasarme horas hablando de «Cómo ser mujer» pero no quiero ser pesada.
    El nuevo diseño de tu blog es encantador, por cierto.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Me ha encantado la historia del conductor, se ha sentido cálida, una historia de contar con las manos calentándose alrededor de una taza de café caliente.

    Un abrazo,
    S.

    ResponderEliminar

Todo lo leído puede ser real o fantasía, puede ser vivido o imaginado, puede doler y hacerte sonreír tontamente. Yo al menos sentiré todo lo que escribo, si te atreves dime al menos lo que has sentido tú.