9 jul 2016

Me traslado de rincón

Me he creado un instagram literario donde mi intención es publicar cada noche (antes de irme a dormir) una pequeña entrada junto con una fotografía. De momento escribiré por ahí y el blog lo dejaré en pausa. ¡Espero teneros por ahí!

Instragram: @neblinosa

9 may 2016

20 de abril del '16

A veces los sueños se pueden hacer realidad, basta con hacer la maleta, ir al aeropuerto y subirse al avión. Ya está. Tres simples pasos con los que un sueño se puede cumplir. Pero a veces no todo es tan sencillo aunque lo parezca. A veces para que se cumpla otro tipo de sueño tienes que deshacer la maleta, no ir al aeropuerto y perder el avión. Y a veces, solo a veces, en un mismo día debes elegir solo un sueño, solo un sueño para cumplir ese justo día. Eso no quiere decir que el sueño que vayas a dejar no lo puedas cumplir nunca en tu vida, pero sabes a ciencia cierta que ese día, el que cabría la posibilidad que se cumpliera, no lo hará.
Así que escojo no preparar la maleta, quedarme en casa y perder el avión. Es lo más sensato. Sonrío por el sueño que se cumple pero a la vez lloro por el que no se hace realidad. Ya habrá otra ocasión. Siempre hay otra ocasión ¿no?

Un amigo me da dos entradas de fútbol aunque no me gusta nada el fútbol, a él tampoco, por eso se quiere deshacer de ellas. Siento una gran curiosidad por saber cómo será el estadio por dentro y las acepto. Llegamos al comienzo del segundo tiempo, he escuchado por la calle que la gente gritaba 'gol' unas cinco veces. Subimos un montón de escaleras y estamos arriba del todo. Cuando veo el césped por dentro todo es grande e inmenso. Más grande de lo que podría imaginar. Nos sentamos en los dos primeros bancos que vemos libres. Los jugadores se ven más pequeños que los de un futbolín. Estoy tan alta que parece que pueda volar, la verdad es que es la sensación más cercana a poder volar. Y eso también es como cumplir medio sueño. Sin gustarme el fútbol vivo las sensaciones aunque no sea de ningún equipo, grito 'uy' cuando el balón se acerca a la portería, y me levanto del asiento cuando parece que vayan a marcar gol. Empiezo la ola y la termino, nunca había visto un estadio hacer la ola completa. Nunca había visto un estadio.

foto propia
                                                                                                  

Hay sueños que se cumplen que ni siquiera habías deseado. Y eso está bien también.

19 abr 2016

A toda velocidad

Estaba pensando en la conversación que hemos tenido antes. En la que prácticamente ha sido un monólogo que hacías y yo asentía con miedo a que si abría la boca; comenzaría a llorar. Sé que es ridículo, ni siquiera hay una especie de unión entre mis labios y los lagrimales, pero sé que cualquier movimiento en falso, cualquier intento de pronunciación o sonido que intentase, haría estallar algo en mis ojos y comenzaría a llorar. Esto es así.

Ahora me vienen todas las palabras, de golpe, una detrás de otra, vienen con tanta rapidez que es como si pasara un tren de carga a toda velocidad delante de mí. Siempre he odiado esa sensación; el sonido sordo que produce, el viento que parece atropellarte, la vista borrosa de ver cómo algo va sucediendo y no para, como me quedo quieta.
Pues así están pasando todas y cada una de las palabras que no dije por mi cabeza, me sobrecarga, es como si estuviese en medio de la vía y no pudiese hacer nada. 

No poder hacer nada, qué asquerosa sensación. Creo que era eso lo que sentía en la mayor parte del tiempo entre que tú hablabas y me mirabas: no puedo hacer nada.

Creo que lo mejor para nosotros será que... Yo veía cómo removías el café, como esa diminuta cuchara plateada daba vueltas entre el líquido marrón, ese tilinteo que presagiaba tus últimas palabras de igual manera que un tambor. No quiero escucharlas. 
Por favor, di que lo mejor para nosotros sea que paguemos la cuenta y nos vayamos a casa, que lo mejor  para nosotros sería echarnos una siesta, que eso nos vendría bien. Por favor, di cualquier cosa excepto lo que vas a decir, por favor. 
Por f...Sigamos nuestros caminos por separado.
Has dejado de mover el café, y yo ya no puedo seguir mirando tus manos, ni la mesa, ni nada que esté allí, porque tú estás ahí y sé que será la última vez. Me hierve la cara, o quizá sean las lágrimas que me queman al pasar, no quiero ponerme a pensar si ya estoy llorando o solo lo imagino y lo siento como si sucediera.
No puedo más.
Sigues hablando y no sé por qué lo sigues haciendo, en la cafetería todo sigue con su ritmo normal, pero yo noto que funciono a cámara lenta. Escucho cada frase tuya como si fuesen sílabas, como si estuvieses deletreando letra por letra, cuchillo por cuchillo.

Estoy sentada y un tren pasa a toda velocidad ante mí. 
Los vagones se juntan y parece verse uno muy largo. 
El ruido me agobia, el aire me planta más en el asiento. 
Deseo levantarme y marcharme lejos del tren. 
Pero nunca termina, 
sigue pasando,
 y si intento ver el final del tren, 
ya no sé si es ahí donde termina 
o donde comienza. 
Quiero morir.

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Este texto lo escribí a las 5:13 de la madrugada, una noche que me desperté y no pude volverme a dormir porque las palabras gritaban en mi cabeza. Así que les hice caso y las escribí. 

15 abr 2016

Diario visual || Día 6 y 7



Día 6: Recuerdo que era lunes y que tenía muchas ganas de la publicación de Albanie en su blog El Nido sobre el curso de creatividad, que si no sabéis de lo que hablo y tenéis curiosidad, podéis echarle un vistazo al índice de contenidos del curso aquí.

No recuerdo nada más de ese día, han pasado justo dos meses, así que mi memoria se limita a lo superficial.



Día 7: Era martes y acababa de salir de natación, justo en esta parada de bus no hay parada (qué ironía) por lo que te tienes que quedar de pie o como hago yo siempre, me siento en el suelo a riesgo de que me echen dinero (bienvenido sea). Recuerdo estar sentada mirando el móvil y de repente unos zapatos de señor se me pusieron delante, no os asustéis, no eran unos zapatos flotantes ni me pusieron zapatos delante de la cara, esos zapatos iban acompañados de unos pies de señor junto con unas piernas y en definitiva de un cuerpo humano de un hombre. No levanté la cabeza para ver quién era, yo ya pensaba que sería un friki o alguien que quería saber una calle o la hora y no conocía los espacios de intimidad. Yo seguí mirando mi móvil a pesar de que ese hombre estaba a pocos centímetros de mí, si quería algo que lo dijera, pero se mantuvo en silencio. Al final acabé rindiéndome y levanté la cabeza. Era un conocido, aunque desconozco su nombre, que conduce autobuses, cojo tantos que al final te quedas con las caras y los demás con la tuya. ¿Qué? ¿Para casa ya? me dijo. respondí. Lo conocí un día que quería coger el bus, estaba en un cruce y el semáforo estaba en rojo, veía cómo se acercaba el bus y me estaba muriendo de rabia ya mismo, cuando pasó el cruce el conductor me miró y leí en sus labios y en sus gestos "¿Vas a cogerlo?" y yo debí saltar, asentir y exagerar con mi cabeza y mis manos. El autobús paró en la parada aunque no hubiese nadie y se esperó a que mi semáforo se pusiera en verde y cruzara la calle para cogerlo. Le di las gracias al subir. Después ese mismo día pero horas más tarde, volví a coger el bus para volver a mi casa, cogí exactamente el mismo bus, ya que el conductor me dijo "¡Hola de nuevo!" cuando lo miré me quedé unos segundos pensando, "Ah, ¡qué casualidad!" le dije. Y desde entonces, siempre que coincidimos en el autobús nos saludamos y nos contamos un poco la vida. Sé que viaja mucho, que ha visitado Japón, Dubai y la India (sin contar los típicos países) y que hace submarinismo. La cosa es que ese día lo vi en la calle, y se me hacía raro verle sin que estuviera conduciendo. El uniforme lo llevaba. Yo no me levanté a darle dos besos ni hice esas cordialidades porque no me apetecía y en definitiva, no le conocía tanto, no sé ni cómo se llama ni sabe cómo me llamo yo. 

Curiosidad: ayer yendo por la calle vi pasar un bus y era él quien conducía (me ha pasado varias veces ya), cuando pasa esto levanto los brazos y los empiezo a mover para que me vea. En el momento justo que me ve y me reconoce los empieza a mover también aunque los tenga en el volante. Es como despedirse de alguien pero sabiendo que lo acabarás viendo de nuevo, aunque no sabes cuándo.

17 mar 2016

17/03 San Patricio

Todo empezó por marzo de hace muchos años, cuando tenía unos dieciséis o diecisiete años y podía salir por la noche hasta las tantas, o más bien no se enteraban de que salía por las noches y por eso podía volver a primera hora de la mañana. Recuerdo mentir a una amiga de que no me apetecía salir esa noche, pero en realidad sí que me apetecía, pero no con ella sino con un chico que me volvía loca. Luego esa misma noche, cuando me fui a un callejón a mear me encontré a esa amiga meando, menos mal que ella estaba lo suficiente borracha como para no enfadarse conmigo por la mentira y lo único que se le ocurrió decir fue serás pillina. Ella se acopló con nosotros y estuve toda la noche pensando en si decirle algo a ese chico o no. No dije nada. Al día siguiente volví a salir con él y sus amigos, había una especie de verbena en la calle, mi amiga y yo nos emborrachamos con vodka de caramelo, me dije que esa noche sería valiente y le diría al chico que me gustaba. Cuando fui a buscarlo se había ido a su casa, eso me dijeron sus amigos, y yo me puse a llorar. Me senté en la acera de la calle y me puse a llorar. Después vomité todo el vodka de caramelo y mi amiga me recogía el pelo mientras repetía ay, el amor.... La siguiente noche era San Patricio, y volví a salir con él y sus amigos, todos llevaban sombreros enormes de color verde y yo quería tener uno, por muy ridículo que fuese. Vimos fuegos artificiales y pensé esta noche es la noche, esta noche se lo diré, hubo un momento en que estuvimos a solas, él me acompañó hasta mi casa, pero en todo ese trayecto estuvimos en silencio, aunque yo en mi cabeza estaba díselo, díselo, díselo... pero no le dije nada, creo que un ¿estás bien? o algo así, él asintió y fin de la noche. No volví a quedar con él ni volví a decirle nada.

Un par de años después, vuelve a ser San Patricio, y yo recuerdo al chico este y me pregunto qué será de él, me río de lo indecisa que fui y lo acobardada. Me llega un mensaje al móvil: ¿Hacemos un trío esta noche? y yo respondo . Aunque en realidad no quiero, no quiero acostarme con nadie esta noche, pero digo que sí porque quiero que piense que soy una atrevida, que no me acobardo de nada. Llego a su casa y abre una página en la que hay un montón de tíos que según él, quieren acostarse conmigo. Elige uno, y yo voy perfil por perfil leyendo las biografías de cada chaval. Si tuviese que escoger, me gustaría uno que no tuviese faltas de ortografía y que fuese un poquito interesante. Él me dice que para qué, que elija uno ya. Vuelvo a mirar y elijo el que menos asco me da. Él le da la dirección de la casa y yo me pongo nerviosa. Me dice que no me enamore del tío ese, que quiere que sea solo de él. Sonrío y le digo que no lo haré. Pasan las horas y nadie viene. Él se enfada. Yo me alegro. Por dentro, sin demostrarlo. Duermo con él, aunque en realidad no duermo nada esa noche. Me quedo pensando que ya no quiero saber nada del que está a mi lado. Que no puedo. No quiero. Cuando salgo de su casa por la mañana, a escondidas, sin hacer ruido, es la última vez que piso su casa, y decidí en ese momento que sería también la última vez que lo viese. Aunque en ese momento me dolía solo con pensarlo.

Al año siguiente salgo con unos amigos y veo que por las calles todos tienen sombreros enormes de color verde. Es San Patricio me dicen. Y recuerdo con nostalgia mis últimos San Patricios. El que fui tan cobarde de no decir lo que sentía, el que decidí en no repetir y caer en algo que me hacía daño. Qué será de esa gente, me digo.

Hoy vuelve a ser San Patricio y me siento bien. Puede que un poco cobarde. Pero ya no tan tonta, de eso estoy segura.

14 mar 2016

DISEÑO DE BOLSOS DE TELA || Proceso artístico

¡Hola, hola! Tenía ganas de compartir con vosotros a lo que le estoy dedicando mi tiempo últimamente. Y es a probar diseños e ilustrar bolsos de tela

Me gustaría comentaros en esta entrada todo el proceso que sigo hasta obtener el resultado final.

1. IDEA. Pienso un tema que quiero ilustrar en mi bolso, busco cosas que me inspiran o me motivan. En este caso me he dejado llevar por el verde de la naturaleza y por la inmensidad del espacio.

2. BOCETOS. Antes de ponerme a pintar directamente en el bolso, dibujo un par de bocetos en un folio y practico las ideas que hay en mi mente. Así repaso y retoco bocetos hasta que me gusta su resultado. Hay dibujos que se quedan simplemente en eso: bocetos. Ya que no llegan a convencerme del todo.



3. ¡A PINTAR!Esta digamos que es mi parte favorita pero que a la vez más me asusta, sobre todo la primera pincelada, luego ya estoy como pez en el agua. Me rodeo de todos los materiales que voy a necesitar: soporte rígido para apoyar el bolso, pinceles de diferentes grosores, paleta con pintura, agua... Y comienzo a pintar. Una vez terminado, lo dejo secar.


Y así queda el RESULTADO FINAL:

-BOLSO DE PLANTITAS-





-BOLSO ESPACIAL-




También he realizado otros bolsos personalizados para regalar, os muestro el resultado de uno:


Ahora tengo algunos diseños en proceso en los que espero más adelante, 
ir mostrándoos cuando los vaya terminando.


***

 ¡Atención!
 ¿Os han gustado los bolsos de plantitas y el espacial
Porque tengo varios bolsos con esos diseños que están a la venta.
Precio: 9€ 
(+gastos de envío)


Si te interesa uno de esos bolsos o tienes alguna idea que quieres que ilustre, contacta conmigo por e-mail voragines@hotmail.es o por privado en twitter, ¡no muerdo!



11 mar 2016

Diario visual || Día 5



De lo que recuerdo de este día es que era domingo, que fue el día que estrené el blog, que tenía mucha ilusión, que hacía frío y viento fuera y no salí de casa en todo el día. Que me asomé por la ventana del balcón y me gustó ver las ventanitas y los balcones del edificio de enfrente. Y aunque no se aprecia en el dibujo, me gustan los colores de ese edificio (amarillo y salmón).

No recuerdo nada más de ese día. Solo tengo la sensación de que fue un buen día, de que me sentí muy bien, de que no paré de sonreír. Es curioso que de un día solo se te quede la sensación y no los recuerdos.

Curiosidad: la línea vertical que hay dibujada a la derecha del dibujo es el borde de la cortina.  Lo que se ve arriba es el techo de mi balcón, no hay ninguna nave espacial volando por la ciudad. O eso creo.

5 mar 2016

Jóvenes

Recuerdo cuando éramos jóvenes. Cuando creíamos tenerlo todo bajo nuestros pies y daba igual lo jodida que nos tratara la vida, creíamos que merecía la pena. Que lo merecíamos. 
Cuando nos tomábamos todo lo que se nos pusiera por en medio porque creíamos que nuestras mejores ideas las teníamos así, «¡Somos jóvenes, joder!» decías cada vez que proponías un plan, y eso servía como afirmación a todo. Me encantaba tirar el humo por la boca, -tú siempre decías que se me veía bonita entre tanto gris- y tú siempre me regalabas besos de más cuando te bebías una determinada cantidad de alcohol. Éramos jóvenes y pensábamos que también eternos. Aunque siempre nos creímos con edad suficiente para decir joder y coño en cada frase.
Nos gustaba follar en los baños sucios de los locales simplemente para decir cuando nos pillaran: qué coño miras. Siempre nos pillaban. Nos reíamos en la cara de todo aquel que nos dijera cualquier cosa que no queríamos escuchar. Gritábamos adrede por las madrugadas para despertar a los vecinos, que se jodan decíamos.
Siempre me decías que podíamos hacer lo que quisiéramos, que podrías darme lo que pidiera. La vida era nuestra -aunque las peleas hacían que cada vez quisiera menos esta vida, luego venía el sexo y se me olvidaban las discusiones. Te permito que me insultes si luego me bajas las bragas y me perdonas entre mis muslos, pensaba cada vez que me levantabas la voz. Me dijiste que podíamos hacer lo que quisiéramos pero en realidad era un «tú haces lo que yo te diga y yo haré lo que me dé la gana».

Ya no quiero ser joven, pensaba cada vez que vomitaba cada copa que habías robado por ahí.
Ya no quiero ser joven, pensaba cuando te quedabas inconsciente en mis brazos.
Ya no quiero ser joven, no quiero ser joven...

Dejé de serlo tras mucho llanto,
tras un portazo, 
tras una huida.


29 feb 2016

Diario visual || Día 4



Les digo que bajo mi casa hay un kebab buenísimo y solo con escucharme un par de segundos ya desean probarlo. Aunque a ellos les gusta más la oferta de bravas con cuatro quintos (las bravas que no falten). No hace nada de frío y yo estreno mi poncho abierto o bufanda ancha, o como ellos han llamado: cortinas, alfombra y la manta de la abuela.

M. está enfermo pero bebe todo lo que le pongamos, George se ha teñido de rubio grisáceo y le queda jodidamente bien. Á está como siempre.

Entramos al karaoke y me pongo a gritar, suena Salir de Extremoduro. Ponen mil canciones más, ellos invitan a cerveza y sangría, después nos tomamos un chupito cada uno. Al final entre todos nos terminamos las jarras de M. porque está peor de como había venido.

Llego a casa tarde y me siento bien, nada mareada. Espero que M. sepa llegar a su casa.

Curiosidad: creía en un primer momento que los tres me cabrían en la misma página, cuando vi que no había espacio para M. dije ¡al diablo! en la página de al lado. Y la verdad es que me gusta mucho cómo la línea del margen lo separa y que justamente esté con el móvil, es como si él mismo se excluyera del resto por utilizarlo. (Voy a ser justa y decir que él no es de estar con el móvil cuando está acompañado, casualmente lo tenía en ese momento).

24 feb 2016

Diario visual || Día 3



He dibujado a Deb como a una de mis chicas francesas.

Me dice que antes de cenar quiere terminar de editar una fotografía y yo mientras tanto, para no morirme de hambre, le dibujo.

Anécdota: tenía miedo de dibujar en el cuaderno y que me saliera tan terriblemente mal que eso me quitara las ganas de seguir con el diario, por ello cogí el primer trozo de papel que vi. Al finalizar me dije: ya no más miedo, ya no más inseguridad a la hora de dibujar. Por eso ahora siempre dibujo directamente y con rotulador, nada que me permita borrar después.


Sé que el dibujo es sencillo pero me encanta. Supongo que  Deb tiene la culpa de ello.

21 feb 2016

Diario visual || Día 2



Cuando haces las mejores hamburguesas en tu propia cocina, luego pruebas otras y te saben a poco (o a mucho aceite), y claro, así es imposible comer hamburguesas en otro lugar. Aunque las patatas bravas siempre están ricas y se agradece comerlas de vez en cuando. 

Me gustan los días en los que hago cosas improvisadas, como por ejemplo: cenar fuera cuando tenía pensado cenar en casa. Íbamos a cenar en un sitio que acabó estando lleno de gente y tuvimos que cenar en otro lugar. Al final es como improvisar en la improvisación. Y eso me hace gracia.

Cosa curiosa del día de hoy: he visto al mismo desconocido en cuatro lugares diferentes.




19 feb 2016

Diario visual || Día 1



Hoy Deb ha pintado una de las paredes de su habitación de color rojo. La verdad es que me encanta el contraste que hace la pared con todas sus cosas. El marco de madera, las estanterías y las imágenes en blanco y negro resaltan bastante. Me siento en su cama y contemplo el resultado. Me siento con tanta energía que me pongo a dibujar la pared.

Cosas chachis que tiene:
poster enorme de la fotografía de Alfred Eisenstaedt (click), poster con marco de madera de John Lennon, debajo de este un dibujo tamaño dina3 que le hice por su cumpleaños, una taza de The Beatles con bolis, cámaras analógicas, un montón de carretes (323 para ser exactos), un despertador que no funciona, un cómic de Mafalda y una estantería para los cd's hecho a mano (ahí está el disco de Manel).


____

El 10 de feb. 2016 comencé mi diario visual,
consiste en un dibujo al día.
Llevo desde entonces con él y espero seguir con
este proyecto un largo tiempo.
No pretendo hacer dibujos perfectos, no miro la composición ni la perspectiva,
solo es un desahogo visual, un "soltar la mano" sin 
preocuparme por nada, simplemente por lo bien que me 
hace sentir después y por la libertad que siento en el proceso.

(Si os gusta, iré subiendo más páginas de mi diario al blog).

14 feb 2016

7/02/16 Sushi


   Hoy he soñado que se me caían los dientes, ¿y sabes eso qué significa? le pregunto mientras él me mira incrédulo Significa preocupaciones e inseguridad.
Pues yo creo que significa madurez.
Le miro en silencio esperando a que continúe hablando.
Ayer terminaste tu primer trabajo, se te han caído los dientes de leche y ahora estás creciendo, madurando.

Me gusta su respuesta, me quedo tranquila y vuelvo la mirada a las vistas. Apenas hay coches. Las montañas tienen forma de caras de indios. Hace muchísimo viento. Cierro los ojos y me quedo dormida.
Me toca el brazo y al instante abro los ojos, nos rodea el mar. No el mar contaminado de la ciudad, ese de color gris, sino un mar azul vivo, un mar que hipnotiza. El mismo mar que me abrazó cuando viví allí, el mismo mar de cuando él vivió allí.

Bajamos del coche y el viento nos empuja por el paseo. El mar ruge. Todo se ve más viejo, como si hubiesen cubierto todas las calles con una fina capa de tiempo y mucha nostalgia. Y del mismo modo que nos hemos ido alejando del coche, damos la vuelta en un punto y volvemos. 
El viento sigue golpeando. El mar sigue rugiendo. Y todo sigue igual de viejo aunque viejo no sería la palabra adecuada.

Comemos sushi en un japonés en el que teníamos realmente ganas. Yo nunca he comido en un restaurante japonés y mi sonrisa es sin duda infantil e inocente. Nos sentamos en una mesa y todo es grande y bonito. Él señala unas mesas que rodean un wok, y me dice que es ahí donde cena Ross con su exmujer Carol la embarazada, ¡es verdad! digo casi gritando de la emoción.


Una noche de junio, en la final de algún partido de fútbol, 
yo fui por la noche a ver a J. a su obra de teatro, 
estaba rara ese día porque había discutido con él
 y de todos modos fui para decirle que no pasa nada, que estoy aquí 
pero sin llegar a decírselo y él lo acabó entendiendo. 
Me fui a dormir tranquila porque estaba en paz con J.
pero a la vez me invadió una tristeza justo antes de quedarme dormida
porque no había recibido ni un solo mensaje esa noche
del chico con que llevaba hablando las últimas noches.
Pensé que algún día tendría que ser la primera vez.
Que lo bueno termina pronto.
Que puede que lo echara de menos.

Cuando me desperté al día siguiente 
tenía un mensaje recibido a las dos y pico de la madrugada
era de él diciéndome que había cenado un sushi increíble.

                                                                      foto propia

Quién me iba a decir que la próxima vez que volviese allí estaría yo también.