29 feb 2016

Diario visual || Día 4



Les digo que bajo mi casa hay un kebab buenísimo y solo con escucharme un par de segundos ya desean probarlo. Aunque a ellos les gusta más la oferta de bravas con cuatro quintos (las bravas que no falten). No hace nada de frío y yo estreno mi poncho abierto o bufanda ancha, o como ellos han llamado: cortinas, alfombra y la manta de la abuela.

M. está enfermo pero bebe todo lo que le pongamos, George se ha teñido de rubio grisáceo y le queda jodidamente bien. Á está como siempre.

Entramos al karaoke y me pongo a gritar, suena Salir de Extremoduro. Ponen mil canciones más, ellos invitan a cerveza y sangría, después nos tomamos un chupito cada uno. Al final entre todos nos terminamos las jarras de M. porque está peor de como había venido.

Llego a casa tarde y me siento bien, nada mareada. Espero que M. sepa llegar a su casa.

Curiosidad: creía en un primer momento que los tres me cabrían en la misma página, cuando vi que no había espacio para M. dije ¡al diablo! en la página de al lado. Y la verdad es que me gusta mucho cómo la línea del margen lo separa y que justamente esté con el móvil, es como si él mismo se excluyera del resto por utilizarlo. (Voy a ser justa y decir que él no es de estar con el móvil cuando está acompañado, casualmente lo tenía en ese momento).

24 feb 2016

Diario visual || Día 3



He dibujado a Deb como a una de mis chicas francesas.

Me dice que antes de cenar quiere terminar de editar una fotografía y yo mientras tanto, para no morirme de hambre, le dibujo.

Anécdota: tenía miedo de dibujar en el cuaderno y que me saliera tan terriblemente mal que eso me quitara las ganas de seguir con el diario, por ello cogí el primer trozo de papel que vi. Al finalizar me dije: ya no más miedo, ya no más inseguridad a la hora de dibujar. Por eso ahora siempre dibujo directamente y con rotulador, nada que me permita borrar después.


Sé que el dibujo es sencillo pero me encanta. Supongo que  Deb tiene la culpa de ello.

21 feb 2016

Diario visual || Día 2



Cuando haces las mejores hamburguesas en tu propia cocina, luego pruebas otras y te saben a poco (o a mucho aceite), y claro, así es imposible comer hamburguesas en otro lugar. Aunque las patatas bravas siempre están ricas y se agradece comerlas de vez en cuando. 

Me gustan los días en los que hago cosas improvisadas, como por ejemplo: cenar fuera cuando tenía pensado cenar en casa. Íbamos a cenar en un sitio que acabó estando lleno de gente y tuvimos que cenar en otro lugar. Al final es como improvisar en la improvisación. Y eso me hace gracia.

Cosa curiosa del día de hoy: he visto al mismo desconocido en cuatro lugares diferentes.




19 feb 2016

Diario visual || Día 1



Hoy Deb ha pintado una de las paredes de su habitación de color rojo. La verdad es que me encanta el contraste que hace la pared con todas sus cosas. El marco de madera, las estanterías y las imágenes en blanco y negro resaltan bastante. Me siento en su cama y contemplo el resultado. Me siento con tanta energía que me pongo a dibujar la pared.

Cosas chachis que tiene:
poster enorme de la fotografía de Alfred Eisenstaedt (click), poster con marco de madera de John Lennon, debajo de este un dibujo tamaño dina3 que le hice por su cumpleaños, una taza de The Beatles con bolis, cámaras analógicas, un montón de carretes (323 para ser exactos), un despertador que no funciona, un cómic de Mafalda y una estantería para los cd's hecho a mano (ahí está el disco de Manel).


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El 10 de feb. 2016 comencé mi diario visual,
consiste en un dibujo al día.
Llevo desde entonces con él y espero seguir con
este proyecto un largo tiempo.
No pretendo hacer dibujos perfectos, no miro la composición ni la perspectiva,
solo es un desahogo visual, un "soltar la mano" sin 
preocuparme por nada, simplemente por lo bien que me 
hace sentir después y por la libertad que siento en el proceso.

(Si os gusta, iré subiendo más páginas de mi diario al blog).

14 feb 2016

7/02/16 Sushi


   Hoy he soñado que se me caían los dientes, ¿y sabes eso qué significa? le pregunto mientras él me mira incrédulo Significa preocupaciones e inseguridad.
Pues yo creo que significa madurez.
Le miro en silencio esperando a que continúe hablando.
Ayer terminaste tu primer trabajo, se te han caído los dientes de leche y ahora estás creciendo, madurando.

Me gusta su respuesta, me quedo tranquila y vuelvo la mirada a las vistas. Apenas hay coches. Las montañas tienen forma de caras de indios. Hace muchísimo viento. Cierro los ojos y me quedo dormida.
Me toca el brazo y al instante abro los ojos, nos rodea el mar. No el mar contaminado de la ciudad, ese de color gris, sino un mar azul vivo, un mar que hipnotiza. El mismo mar que me abrazó cuando viví allí, el mismo mar de cuando él vivió allí.

Bajamos del coche y el viento nos empuja por el paseo. El mar ruge. Todo se ve más viejo, como si hubiesen cubierto todas las calles con una fina capa de tiempo y mucha nostalgia. Y del mismo modo que nos hemos ido alejando del coche, damos la vuelta en un punto y volvemos. 
El viento sigue golpeando. El mar sigue rugiendo. Y todo sigue igual de viejo aunque viejo no sería la palabra adecuada.

Comemos sushi en un japonés en el que teníamos realmente ganas. Yo nunca he comido en un restaurante japonés y mi sonrisa es sin duda infantil e inocente. Nos sentamos en una mesa y todo es grande y bonito. Él señala unas mesas que rodean un wok, y me dice que es ahí donde cena Ross con su exmujer Carol la embarazada, ¡es verdad! digo casi gritando de la emoción.


Una noche de junio, en la final de algún partido de fútbol, 
yo fui por la noche a ver a J. a su obra de teatro, 
estaba rara ese día porque había discutido con él
 y de todos modos fui para decirle que no pasa nada, que estoy aquí 
pero sin llegar a decírselo y él lo acabó entendiendo. 
Me fui a dormir tranquila porque estaba en paz con J.
pero a la vez me invadió una tristeza justo antes de quedarme dormida
porque no había recibido ni un solo mensaje esa noche
del chico con que llevaba hablando las últimas noches.
Pensé que algún día tendría que ser la primera vez.
Que lo bueno termina pronto.
Que puede que lo echara de menos.

Cuando me desperté al día siguiente 
tenía un mensaje recibido a las dos y pico de la madrugada
era de él diciéndome que había cenado un sushi increíble.

                                                                      foto propia

Quién me iba a decir que la próxima vez que volviese allí estaría yo también.